Restauración de la Kodak Brownie 2F marrón
Kodak Brownie 2F marrón |
En este artículo os relato cómo restauré la semipodrida Kodak Brownie 2F marrón. restauración aplicable a otras Borwnies 2F (que parece adolecer endémicamente de esta infermedad subcutánea) y posiblemente a otras Kodak Brownies de la época o incluso a cámaras de cajón contenporáneas de otros fabricantes y similares características.
La restauración en sí es una "chorradilla" por su baja complicación, pero lleva su tiempo. Por tanto la catalogaré de restauración muy sencilla con un tiempo de ocupación directa de unas 3 horas.
Y es que no vamos a restaurar ni objetivo ni obturador (que funcionan muy bien en esta cámara) sino tan sólo nos vamos a ocupar del forro y la extrema corrosión del cuerpo de la cámara. Algo parecido a lo que ya hice en su día con la Kodak Autographic 2a.
El material utilizado:
Y el lugar a trabajar que sea uno donde podais ensuciar mucho si buscaros problemas, con ropa de trabajo y utilizando una superficie plana espaciosa y bien iluminada.
Para empezar, extraemos el cassete interior de carga de película (que no hay que restaurar en este caso al no estar corroído ni oxidado) y retiramos la tapa delantera que cubre el mecanismo del objetivo y el asa superior. He de mencionar que por suerte el forro de ambas partes delantera y trasera estaba inmaculado y no hubo que tocarlo.
Ahora toca retirar el forro. La buena noticia es que al formarse corrosión entre el forro y el metal de la cámara, dicho forro se despegará muy fácilmente tan sólo tirando de él.
La mala noticia es que en esta cámara primero se pegaba el forro y luego se incluían los remaches a través del mismo, por lo que en las zonas de la rueda de avance, los visores y las sujecciones del asa, tocará realizar cortes para poder extraer el forro. Atreverse a desmontar dichas piezas remachadas conlleva un alto riesgo de dejar la cámara inservible, y eso es un riesgo que no merece la pena para una restauración de escasa envergadura como ésta, en mi opinión.
Así pues empezamos por la juntura de la base y vamos tirando del forro hasta "desembalar" el cuerpo de la cámara, realizando con el mayor cuidado posible los cortes necesarios para extraerlo de las zonas remachadas. En este punto cabe recordar que el forro es textil y no cuero, así que por muy afilado que esté el cutter, siempre va a salir la una u otra zona deshilachada.
En la base queda una tira de forro extra que es la que deja unida la tapa trasera con la cámara.Era la manera económica de ahorrarse un par de bisagras. La levanté igualmente pero dejándola unida a la cámara.
Después de separar el forro, podemos valorar el alcance general de la corrosión de la cámara. Aunque tenía bastante mal aspecto y se había comido el material de distintas maneras en varias zonas, en ningún punto había atravesado la corrosión las paredes de la cámara.
Podéis ver que es corrosión de color blanquecino y no óxido rojo como en el caso de la Autographic 2A, ya que esa cámara era de chapa y ésta es de aluminio. El óxido de aluminio (Al2O3) es de color blanquecino y tiene la propiedad de proteger precisamente de continuar oxidándose al resto del metal (pasivado). Es por eso que se dice que el aluminio no se oxida; de hecho sí que lo hace pero muy poco a nivel superficial y con efecto protector en los aluminios modernos. Posiblemente este aluminio de 1930 no tuviera las propiedades de hoy y su "capa superficial" sea bastante más grande de lo esperado en aluminios de hoy en día. De hecho, experiencias con otras Kodak me muestras que el aluminio que emplearon en estas cámaras desde pincipios del Siglo XX, acaban usualmente dando problemas de corrosión un siglo después (mira que no pensar en ello!).
Es ahora cuando llega una de las partes divertidas de la restauración, y es que toca darle a la fresadora (que hay que amortizar la inversión que hice en su día!). Claro que para quien no tenga un cacharro de éstos, le va a tocar dar al papel de lija y eso seguro que no es ni por asomo tan divertido. El tema es lijar completamente o tanto como se pueda la superficie de la cámara, para volver a recuperar su aspecto metálico original dentro de lo posible.
Si bien el uso de la fresadora es más "divertido" y rápido que el de los papeles de lija, también es cierto que la cantidad de partículas generadas y despedidas al ambiente (y sobre todo a la cara del restaurador) es impresionante! Así que aquí imprescindiblemente trabajad con gafas protectoras, guantes y mascarilla! De ésta última me olvidé y estuve un par de horas después echando mucosidad negra (que no debe ser nada sano), aparte que se llena la estancia de polvillo. Si os es posible realizar esta operación fuera (jardín, garage...) mejor que mejor.
La misma operación que con la cámara la aplicamos al reverso del forro, donde se ha ido acumulando igualmente la corrosión (y por suerte no lo ha atravesado, a pesar de los abombamientos causados). Id con cuidado de no abusar de la lija y agujerear el forro en la operación, aunque he de decir que éste aguanta bastante tralla.
Una vez pasada lo máximo posible las superficies con la lijadora, la cámara parece mucho mejor. Con ello hemos logrado parar la corrosión, pero ahora hemos de evitar que salga de nuevo!
Para ello toca la segunda parte divertida de la restauración: Clacaclacaclaca! a darle al spray (genial par los amantes del grafitti). La laca también se puede dar manualmente, pero un spray no cuesta mucho y la laca se reparte mucho mejor.
Primero tocará proteger las partes de la cámara que no hay que pintar. Para ello lo mejor es recurrir a la cinta adhesiva de pintor. La llamo así sin saber si es correcto o no. Es esa que se pone en paredes, puertas, esquinas...para protegerlas cuando estamos pintando en casa. Su ventaja es que dejan aplicar muy bien en casi cualquier superficie y su adhesivo es bastante débil, por lo que es muy fácil de retirar (sino sería peor el remedio que la enfermedad!)
Para proteger las lentes de los visores lo mejor fue meter por dentro un trozo de papel (entre el metal y la lente).
Con el spray, dad varios pases rápidos y no muy cerca de la cámara para cubrir todas las zonas y evitar goteos por acumulación de laca. Dad las pasadas hasta que no veáis zonas sin lacar. De nuevo, lo mejor es realizar esta operación en una superficie al aire libre o con suficiente ventilación!
Una vez acabado, poned la cámara en algún sitio que no tenga contacto con la pintura fresca, y la dejáis secar 1 ó 2 días (en mi caso se quedó colgando 1 semana como un jamón).
Ya seca, la podemos seguir manejando sin problemas. Retiramos la cinta adhesiva y vemos el resultado que es mucho más estético que cuando la cámara cargaba toda esa corrosión!
Antes de lijar y lacar | Tras lijar y lacar |
Antes de pegar el forro, y como éste estaba lleno de abolladuras, me decidí darle un par de planchazos. Si, no lo oís mal. De hecho le dí el encargo a mi mujer (no me llamés machista ahora!) y le dió un par de pasadas bajo la protección de una camiseta, para no aplicar la plancha directamente sobre el forro. Las abolladuras no desaparecieron (para ello era tarde, pues el forro estaba muy viciado en esos puntos) pero sí que mejoró apreciablemente. Así planchaba así, así...
Tras ello tocó la hora de repegar el forro. El adhesivo que tenía (de pincel para maquetas) era insuficiente para unas superfícies tan grandes, así que me compré otro de tubo para textil sobre metal (sin disolventes se corre el riesgo de carcomer el forro!). El cómo pegar algo así creo que lo sabe hacer todo el mundo desde la EGB (o como se llame ahora la educación primaria) y las clases de manualidades (si es que aún existen) así que no lo voy a detallar aquí.
Al pegarlo, y al no haber ya cúmulos de corrosión en las paredes de la caja, el forro se aplanó aún más y, sin llegar a desaparecer del todo, los abultamientos son ahora mucho menos visibles.
La mayor desventaja de todo es que no es posible volver a remeter el forro en las partes remachadas, por lo que en éstas zonas se puede apreciar la aplicación de cutter (aunque he de admitir que con un poco más de esmero -o sea, tiempo- se puede mejorar el resultado estético en éste punto).
Aún así mereció la pena, pues el objetivo principal era frenar la corrosión del aparato. De otra manera cabía la posibilidad de no tener más que un trasto retorcido en un par de años más.
Quizás en estas dos fotos podáis apreciar el antes y el después, aunque es algo que se ve mucho mejor con la cámara en la mano.
Antes de la restauración |
Después de la restauración |